Cómo vivir en el momento presente: introducción al Mindfulness
En este artículo veremos en qué consiste eso de “vivir en el momento presente”, un concepto muy utilizado en la terapia Mindfulness y que hace referencia a vivir con calidad el momento exacto en el que estamos, sin viajar al pasado o al futuro. Mostraremos los numerosos beneficios de hacerlo y trampas que conviene evitar.
INTRODUCCIÓN
Antes de entrar en materia, te recomiendo ampliamente leer a modo de complemento necesario otros artículos. En concreto, el de las distorsiones cognitivas, y las rumiaciones mentales. La terapia cognitiva a la que pertenecen, junto con la terapia mindfulness, hacen un buen equipo en el tratamiento de la ansiedad y la depresión, pero también en muchos otros problemas. Júntalas en tu vida.
Empecemos con un sencillo ejemplo:
- Los animales viven el presente como nadie, pues no pueden viajar al pasado o al futuro como hacemos nosotros y no se complican tanto la vida. Se quedan con lo que ven. Con lo que sienten en ese preciso momento. ¿Cuál es la diferencia con nosotros? Pues que ellos no están explicando continuamente la realidad, simplemente la experimentan, la viven.
La aparición del lenguaje nos permitió muchas cosas, pero también nos perjudicó en otras. Estos ejemplos pueden ser tanto beneficiosos como perjudiciales, piénsalo:
- Reflexionar todo con más profundidad.
- Re-elaborar cosas del pasado.
- Predecir eventos futuros inciertos.
¿Qué tiene esto que ver con vivir el momento presente? Pues que para disfrutar del presente y disfrutarlo, debemos trabajar en disminuir algunas cosas que hace nuestra mente mediante el lenguaje: interpretar, valorar, hacer juicios, quejarse…
- Ejemplo: ¿De qué serviría sentarse en un banco en el parque, para disfrutar de los sonidos de la naturaleza y la tranquilidad, si estamos pensando en el día que nos espera mañana y lo mal que lo hicimos en el trabajo ayer? De nada.
LA IMPORTANCIA DE SIMPLIFICAR LA MENTE
Como hemos dicho, por nuestra mente pasan muchísimos pensamientos al día. Demasiados. Pensamientos buenos, y malos. Objetivos, y subjetivos. Sanos, y dañinos.
Y quiero dejarte clara una cosa, antes de avanzar: no por más pensar un tema, encontrarás mejores soluciones. Si caemos en esta trampa, estaremos tanto tiempo en nuestra mente, que no disfrutaremos de las pequeñas cosas (y grandes cosas) de la vida.
Te voy a introducir en esta filosofía mediante la metáfora del “Invitado indeseado”. Entenderás mejor por qué prestar una atención excesiva o “mal gestionada” a nuestra cabeza no nos dejará disfrutar de nuestra vida:
Metáfora (reducida) del invitado indeseado
- “Imagina que has decidido organizar una fiesta en tu casa, sacas tu agenda de contactos, y comienzas a invitar a todo el mundo diciendo que cualquiera puede acudir. Les dices que “todos serán bienvenidos”. Empiezan a llegar, y concretamente te fijas en que hay un invitado que te da mala impresión y tiene malos modales. Tratas de echarlo fuera de la fiesta, pero en el momento en el que vuelves a estar con tus amigos, ves que está de nuevo por ahí. Vuelves a pedirle que se vaya, y lo echas de nuevo… pero al poco tiempo, vuelve a merodear. Tienes dos opciones. Puedes volver a echarlo y vigilar que no vuelva a entrar, pero para lograrlo tendrías que estar pegado a la puerta durante toda la fiesta, y ello te impediría estar disfrutando de los tuyos. Te perderías TU propia fiesta. La otra opción, es dejar que ande a sus anchas mientras tú te dedicas a disfrutar de la gran fiesta que has organizado. ¿Dirías que estás siendo el anfitrión de tu fiesta, o te la estás perdiendo tratando de controlar a ciertos “invitados” indeseados?”
Tú que eres intuitiva/o, habrás deducido que los invitados indeseados son aquellos pensamientos insistentes que aparecen sin pedirlos, ¿verdad?
CONCLUSIÓN: cuando quieras disfrutar del momento presente… ¿por qué no dejas de resistirte, y de dialogar con tus pensamientos? Deja tu puerta abierta. Que entren, se queden un ratito, y se vayan. Ya les prestarás atención en un momento del día más adecuado. Y para cuando llegue ese momento, si quieres saber cómo reflexionarlos de una forma sana y con calidad, puedes leer este artículo.
LA IMPORTANCIA DE REDIRIGIR LA ATENCIÓN
La atención es muy poderosa. Pero hay que saber ponerla donde toca.
- ¿No te ha pasado nunca, que estás un poco nerviosa/o, y al escuchar música y centrarte mucho en ella (en la voz, en los instrumentos, en la sensación que te transmite…) consigues acabar la canción con una calma que al principio no tenías? ¡Has conseguido por unos minutos apartar la atención de tu cabeza. Y ha funcionado!
La atención tiene un gran poder en el bienestar. Una atención puesta en tu cabeza cuando estás alterado, o emocionalmente vulnerable, no es una buena idea. Pues amplifica todo lo malo. En los artículos que te he recomendado al principio del todo lo explico con más detalle. Ante una mente “triste”, “miedosa”, “enfadada”, etc., NO debes ponerte a pensar en tus problemas en ese momento. Sería mejor hacerlo desde la relajación, desde un estado neutral.
¿Cómo me relajo y llevo mis emociones a un estado más neutro? Te doy un consejo:
- Si te sientes emocionalmente alterado, pon todo en pausa y prueba algo que te relaje (meditaciones guiadas en Youtube, escuchar música relajante, quedar con amigos, echarte la siesta, ir al parque…). Cuando te sientas mejor, si aún lo necesitas, ponte a reflexionar lo que habías aplazado anteriormente. Pon tu atención en tus problemas si quieres. Para darles solución.
LA IMPORTANCIA DE OBSERVAR SIN JUZGAR
Antes hemos hablado acerca de cuándo y dónde poner la atención. Pero también es importante saber de qué manera ponerla. Realiza estos ejercicios:
Ejercicio 1: Observar mi cuerpo, sin juzgarlo
Poner nuestra atención en algo (en un pensamiento, una situación, una persona, un lugar…) no implica que tengamos que ponernos a realizar juicios y valoraciones. ¿Qué ocurre cuando nos duele algo (un dolor cotidiano), y nos ponemos a cada minuto a reflexionar cómo estaremos al día siguiente, a pensar que seguro que es algo grave, a quejarnos de la mala suerte que tenemos…? Pues que sufriremos más por estar centrados en él y no disfrutaremos del exterior.
Hagamos un ejercicio:
- Cierra los ojos. Quiero que hagas un recorrido por todo tu cuerpo. Comienza por tu cabeza, y acaba por los pies. Dedica de diez a quince segundos a cada zona. Sobre cada zona por la que pases, tu cabeza es posible que te diga cosas. Por un lado, te puede decir cosas objetivas, observables (“tengo los pies fríos”, “tengo mucho vello”, “noto un ligero dolor de cabeza”, “mi respiración está relajada”…). Pero después, es probable que amplíe con interpretaciones y juicios (“me duele la cabeza, seguro que en una hora estaré peor”, “tengo los pies fríos, me estaré costipando”, “tengo mucho vello, al contrario que mis amigos y gente famosa”…).
¿Notas la diferencia? Lo primero son observaciones. Lo segundo, juicios subjetivos. ¡Estos últimos son los debes reducir cuando estés viviendo el momento presente! Quiero que te alejes de toda subjetividad.
CONCLUSIÓN: ¡A observar más, y juzgar menos! Puedes aplicarlo a prácticamente todo, siempre desde un sentido lógico. Ten paciencia, constancia, y ya me contarás lo simplificado que verás todo.
ESTOY AQUÍ. AHORA MISMO
Otro punto fundamental en mindfulness, es cuidar de no irse al pasado ni al futuro mientras estás teniendo momentos de calidad que valen la pena disfrutar. O tareas que requieren que estés muy presente.
Ejercicio 2: Disfrutar de la naturaleza, sin ser un viajero en el tiempo
Acude a un parque. O a una terraza donde puedas percibir el aire, olores, sonidos, buenas vistas, sensaciones corporales, etc. Quédate ahí un buen rato, y trata de disfrutar a tope. Te pido sólo una cosa:
- Tienes una mente que funciona como una máquina del tiempo. Va para atrás (cosas que has hecho, errores que has cometido, situaciones pasadas embarazosas…” y para adelante (situaciones futuras negativas, responsabilidades que tienes que hacer al llegar a casa, metas pendientes en tu vida…).
Debes conseguir que no viaje, y se quede donde está. En la naturaleza. Con mucha calma y sin enfadarte, de forma amorosa, redirige tu atención. No te preocupes si las primeras veces no te sale, no es culpa tuya y cada vez te saldrá mejor.
¡Nada seguramente sea tan urgente como para tener que pensarlo ahora!
ENRIQUECE TU EXPERIENCIA
Otra función que persigue el mindfulness, es que seas capaz de enriquecer las cosas que de normal realizas con tu «piloto automático» puesto. ¿Cuántas veces te has duchado, y estabas tan inmersa/o en tus pensamientos, que no has disfrutado del momento, y ni siquiera recuerdas si te has enjabonado o no?
Ejercicio 3: Ejercicio de la uva pasa. Enriquecer lo sencillo
Coge una uva pasa, dátil pequeño, fruta deshidratada blanda, o algún alimento similar de pequeño tamaño y consistencia blanda pero estable. Ahora quiero que comiences a analizar ese alimento con cada uno de tus cinco sentidos. Dedica 1 minuto como mínimo a cada uno. Puedes tratar de dar respuesta a las siguientes preguntas, por orden:
- Vista: Mírala ¿su superficie es lisa o arrugada? ¿qué forma tiene? ¿tiene surcos o grietas? ¿colores diferentes en algunas partes?
- Olfato: Acércala a tu nariz ¿huele suave o fuerte? ¿te gusta el olor? ¿huele igual por todas partes?
- Oído: Acércala a tu oído y apriétala suavemente ¿qué sonido hace al ser estrujada? ¿al darle golpecitos, hace algún sonido? ¿y si la arañas?
- Tacto: Tócala con los ojos cerrados ¿es suave o rugosa? ¿se desliza tu dedo por ella? ¿es resistente, o se daña con facilidad?
- Gusto: Por último, déjala sobre tu lengua ¿notas ya algún sabor? Desplázala por todos sitios ¿notas ahora más matices? ¿Está dulce, amarga, salada? Dale algún mordisco ¿aumenta la intensidad de su sabor? Por último, mastícala y trágala, para notar cómo baja por tu garganta y llega a tu estómago. ¿Se siente bien al llegar al final del recorrido?
Te puede parecer algo surrealista este ejercicio. Pero la filosofía que hay detrás de esto no puede ser más cierta: ¡nos perdemos tantos matices de las cosas más habituales!
Te pido algo: trata de ampliar los matices de todo lo que vivas. Encuentra nuevas experiencias en las cosas sencillas que hagas cada día. Disfruta las pequeñas cosas, pues puede ser altamente beneficioso sobre todo si padeces depresión.