Cómo manejar conductas negativas en los niños

Cómo manejar conductas negativas en los niños

En este artículo veremos algunas pautas sobre qué hacer para limitar o eliminar las conductas negativas de los hijos que tanto afectan al clima familiar. Nos introduciremos en los premios, castigos y alguna estrategia más como la extinción.

INTRODUCCIÓN

Nadie nace con un manual del “buen padre”. Eso lo hemos dicho todos en algún momento. Hacemos lo que podemos (o lo que se nos ocurre). Y hay que entender que los niños tampoco nacen con un manual de “cómo comportarme bien siempre”. Nadie nade sabiendo.

Por ello, como padres debemos echarles una mano y enseñarles a regular sus emociones y conductas, para que en un futuro vayan por la vida de forma más sana y con menos frustraciones.

A continuación, os propongo algunas ideas sobre cómo lidiar con las conductas negativas de los hijos. Y para premiar aquellas conductas que queremos que se instauren, puedes echar un ojo a este artículo sobre los premios.


PREMIAR LAS CONDUCTAS POSITIVAS

No ampliaremos en exceso en este punto. Pero se hace necesario conocer algunas cosas.

¿Verdad que no queréis ser de esos padres que rectifican las malas conductas, pero no prestan suficiente atención a FELICITAR las buenas? Olvidémonos de la frase “no le tengo que felicitar por hacer lo que debía hacer”, pues es muy dañina. ¡Si lo bueno no se premia, desaparece!

Se consideran como “premios” o “recompensas” una amplia variedad de cosas:

  • Objetos y comestibles (videojuegos, juguetes, golosinas, ropa…)
  • Actividades dentro y fuera de casa (senderismo, parque, cine, actividades en familia, ver películas juntos, hacer manualidades, cocinar juntos…)
  • Afectivas, verbales y de contacto físico (“bien hecho”, “buen trabajo”, “sigue así”, “eres increíble”, “abrazos”, “besos”, “cosquillas”, “chocar los cinco”…).

¡Cualquier niño aprecia (y necesita) enormemente muestras de afecto, y pasar tiempo de ocio con sus padres! Hay que priorizar eso, pues favorece su autoestima y felicidad.

Algunos consejos al aplicar premios:

  • Se puede crear una tabla semanal, en la que escribiremos las conductas nuevas que les pedimos, junto a los premios que obtendrá si lo logra. Amplía esto aquí. Resulta muy motivador.
  • Las recompensas AFECTIVAS deben estar presentes siempre (solas, o junto con otros premios). Después, priorizar las recompensas de ACTIVIDAD (momentos en familia y al aire libre, preferiblemente), dejando para el último puesto las compras de objetos, videojuegos, golosinas, etc.
  • Ir de más a menos: Al principio, debe premiarse cada buena conducta que ocurra. Y al cabo de los días, conforme veamos que podría realizarla ya sin el premio, lo retiraremos gradualmente.
  • Conviene utilizar premios gratuitos, en vez de cosas de pago. No solo por la economía familiar, sino para enseñar buenos valores al niño sobre la importancia del dinero.
  • Es importante que los premios sean elegidos por el niño, para que esté motivado.

MANEJAR LAS CONDUCTAS NEGATIVAS

A continuación pasaremos a las técnicas dirigidas a eliminar las conductas negativas. Pero, para algunos padres, pueden no ser de su agrado. Por ello, os ofrezco previamente un truco que puede servir en muchas ocasiones, y que a menudo sustituirá la aplicación de castigos y otras técnicas.

CONVERTIR UN CASTIGO EN UN PREMIO

Lo ideal sería poder convertir un mal comportamiento, en uno bueno (darle la vuelta), para así poder premiarlo. Ejemplo:

  • En vez de decir “si no dejas el videojuego, te lo quitaré una semana”, se le puede dar la vuelta y decir: “si dejas el videojuego y me ayudas a poner la mesa, que sólo serán 5 minutos, te leo tu cuento preferido esta noche”.

Puede incluirse lo anterior en la tabla de premios (la técnica de las fichas): las conductas negativas como “insultar” pueden darse la vuelta, e introducirse en la tabla como “no insultar en las discusiones”, y de esta forma, se convierte una conducta negativa en una alternativa positiva con acceso a premio.


COMUNICACIÓN Y NEGOCIACIÓN

No debemos olvidar fomentar la comunicación y la negociación, antes que tener que aplicar castigos o limitaciones. En muchos casos, podremos lograr grandes cosas si les explicamos con calma y cariño, y les motivamos de una forma positiva. Pero por motivos de extensión, no profundizaremos en esto; el artículo se haría demasiado largo y por tanto difícil de leer y entender.

En este artículo podéis extraer bastantes ideas sobre esto, si bien está aplicado al abuso de las tecnologías, pero sirve igual.


EXTINCIÓN

Pasemos ahora a manejar las conductas negativas de los hijos.

¿En qué consiste la extinción?: pues bien. Una conducta tiende a desaparecer progresivamente si eliminamos aquello que la está manteniendo (“reforzando”). Por tanto, los padres deben lograr establecer las condiciones para que el niño no reciba ningún tipo de refuerzo tras la emisión de sus conductas inadecuadas.

Os pongo un ejemplo:

  • Un niño que está muy insistente o “de rabieta” porque quiere que le des un juguete. Posiblemente, aquello que esté manteniendo (reforzando) que el niño continúe así es la atención de los padres. Por tanto, una vez se deja de dispensar atención o un “trato especial” a esas conductas, se empezarán a “extinguir” (desaparecer) pues ya no cumplen la función que el niño esperaba.

Como esta técnica puede resultar a menudo incómoda y frustrante para ambas partes… ¡os explico cómo mejorarla!

PASO 1: Comenzar a retirar la atención, ante una conducta inadecuada que necesita de ella.

  • (Cómo: retirando la atención… limitando todo lo posible el contacto visual, gestos y verbalizaciones de los padres)

PASO 2: Dar seguidamente una explicación (sólo una, rápida, y concisa) sobre el por qué.

  • (“No voy a prestarte atención porque esas no son formas”, “esta noche no voy a dormir contigo, porque quiero comprobar lo valiente que eres”, “no voy a prestarte atención, porque estoy ocupado con cosas de trabajo”)

PASO 3: Ofrecerle seguidamente una conducta alternativa, sin prisa para que la escuche bien:

  • (“…pero si haces tres respiraciones y me lo explicas calmado, soy todo oídos para ti”, “…y si vuelves a la cama y duermes solito hoy, el sábado dormimos juntos a modo de premio”, “…pero si me esperas solamente cinco minutos en tu habitación, entonces sí”)

PASO 4: Repetir una sola vez más el PASO 3 al cabo de un par de minutos desde el inicio (si el hijo no cesa e insiste mucho).

  • Hay que evitar a toda costa: entrar en bucle, negociaciones o conversaciones extra (pues estaríais reforzando su insistencia mediante vuestra atención, y por tanto iríais justo en contra del funcionamiento de esta técnica).

Con estos cuatro pasos se consigue que el niño tenga dos opciones para elegir (o continuar igual, o aceptar el trato), de forma que una de ellas le llevará a que sigáis ignorándolo, y la otra le llevará a obtener lo que busca. Y así, le enseñaréis sin que se dé cuenta pequeñas dosis de autocontrol, autonomía, toma de decisiones y comportamiento sano.

  • Los padres deben seguir sólo 1 consejo: PACIENCIA, pues si sois eficaces y regulares al aplicarla, aunque cueste mucho, la conducta seguramente irá desapareciendo poco a poco.

IMPORTANTE: La extinción debe aplicarse desde la calma, pero siendo tajantes. A veces puede resultar muy difícil (por ejemplo si el niño utiliza insultos o pega golpes para desestabilizar a los padres o llamar su atención). Sin embargo los padres deben mantener la calma y no caer en la trampa, salvo en los casos más graves donde se haga necesario aplicar un castigo.


¿EXTINCIÓN vs CASTIGO?

Ambas logran que una conducta desaparezca, pero de forma distinta. La extinción busca eliminar aquello que mantiene que una conducta indeseada siga realizándose (suele ser la atención de los padres). El castigo, simplemente, trata de aplicar una consecuencia negativa después de que la conducta indeseada se realice (ejemplos: darle un cachete, quitarle su juguete preferido, gritarle, dejarle sin fútbol…).

La extinción resulta frustrante para el niño, pero siempre es mejor que el castigo (sobre todo si éste consiste en agresiones físicas, subidas de tono, insultos, o retiradas de objetos muy queridos, lo cual invito enormemente a no realizar). A continuación os expongo las razones de esto.


CASTIGOS

Castigo es todo aquello que, aplicado después de una conducta, facilita que ésta tienda a desaparecer.

Dos tipos de castigos:

  • Los que implican “dar” algo negativo: reñir, dar un cachete, hacerle realizar alguna tarea doméstica, ponerle más deberes extra, etc.
  • Los que implican “quitar” algo positivo: quitar tiempo de juego o retirarle algún juguete, quitarle privilegios, impedirle realizar ciertas cosas que le gustan, etc.

Hay que tener cuidado con los castigos. Siempre que se pueda, conviene utilizar las estrategias que hemos visto anteriormente antes que los castigos:

¿Por qué no hay que abusar de los castigos? Porque…

  • Despiertan comportamientos agresivos, enfados, deseos de venganza o de no colaborar, lloros, rabietas y malos momentos en el niño. Funcionan, es cierto, pero llevan detrás consecuencias.
  • Afectan al vínculo entre padres e hijos, debido a los sentimientos negativos que pueden despertar en los hijos. A veces los recuerdan durante años.
  • Producen tendencias a mentir o callarse las cosas malas, para así evitar que le castiguen de nuevo. O bien formas de evitar ser pillados.
  • El niño imitará el castigo: el niño puede tomar como “correcto” el castigo, e imitarlo con sus hermanos, padres, etc. Adquiere los valores de que “se deben castigar todas las conductas malas”. No son valores que deba aprender un niño.
  • El niño se acostumbra: si se abusa del castigo, irá perdiendo efecto.

¿Ahora bien, cómo aplicar castigos de forma MÁS POSITIVA? Algunas pautas básicas son:

  • Aplicarlo nada más realizarse la conducta inadecuada, o al menos cuanto antes.
  • Que se aplique de la forma más neutra y calmada posible por parte de los padres. Queremos que el niño vea únicamente “la consecuencia de sus actos”, pero a la vez que no coja miedo de los padres. Evitar para ello, en la medida de lo posible, gritar en exceso, insultar, dar un golpe en la mesa, etc.
  • Que se acompañe SIEMPRE de una breve explicación, y de una solución de cara a próximas veces (queremos fomentar que se auto-regule en próximas ocasiones). Por ejemplo: “me has dado un golpe. Tráeme por favor tu juguete y me lo quedaré hasta mañana. Pero, escúchame bien, si el próximo día me avisas cuando estés enfadado en vez de pegarme, te ayudaré a gestionarlo. No pasa nada”
  • Aprovechar un momento posterior de calma del hijo, para explicarle con detalle todo y fomentar la comunicación y empatía por ambas partes. Si la conversación es productiva y el hijo muestra comprensión, posiblemente se le pueda retirar el castigo, como premio por su madurez.

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