Cómo afrontar un duelo. Pautas generales

Cómo afrontar un duelo. Pautas generales

En este artículo, veremos algunas pautas a seguir en el proceso de duelo, es decir, cuando perdemos a un ser querido y nos encontramos con numerosas emociones que nos invaden. Aunque cada persona vive el duelo de una manera, existen pautas generales que pueden ayudar.

TAREAS DEL DUELO

Este punto es especialmente importante. Es recomendable que la persona que pasa por un duelo, realice y supere una serie de tareas para poder avanzar en su proceso. De lo contrario, el duelo no se resolvería adecuadamente, surgiendo estancamientos y complicaciones. Aquí vienen:

Tarea 1: aceptar que la muerte ha sucedido, que es real.

Algunos fallecimientos, bajo ciertas características, facilitan una sensación de irrealidad e de incredulidad por parte de la persona. E incluso en un fallecimiento de características normales, puede ocurrir también. La persona debe aceptar cuanto antes que su ser querido ya no está, y no volverá, por duro que parezca. Podemos encontrar a personas que nieguen o duden de la muerte. O incluso que consideren que de alguna forma puede producirse un reencuentro (mediante prácticas espirituales, etc.). Esto debe trabajarse para avanzar en el proceso de duelo.

Tarea 2: elaborar el dolor tras la pérdida, y no evitarlo.

Cualquier persona que haya perdido a alguien cercano, sentirá inevitablemente dolor y se sentirá invadido por numerosas emociones. Pero a veces, para no sentir ese dolor o sufrimiento, muchas personas emplean estrategias dañinas que han de identificarse y eliminarse. Algunos ejemplos son:

  • Evitaciones (no visitar ciertos lugares relacionados con el fallecido o lo ocurrido, quitar cuadros e imágenes de la persona para no verla, tomar alcohol o ansiolíticos para no pensar ni sentir, no juntarse con personas cercanas al fallecido para no tener recuerdos, etc.). Nada de ello funcionará, pues el dolor acaba apareciendo siempre, y tarde o temprano hay que afrontarlo.
  • Auto-imposiciones (“no debes sentir dolor”, “no llores, sé fuerte”, “sigue con tu vida y no mires al pasado”, etc.). Éstas frases son dañinas pues es normal sentir dolor y expresarlo; no es de débiles). No somos de piedra.
  • Retocar la realidad (cambiar la historia original hacia una que sea más bonita o menos dañina; ocurre a menudo cuando la muerte ha ocurrido en circunstancias muy duras o incómodas de contar, y se reelaboran ciertos detalles).
  • Modificar la visión del fallecido (tratar de ver a la persona en su peor (o mejor) versión, querer recordar sólo lo malo (o bueno) de ella, para así verle de la forma que menos dolorosa resulte. Ese autoengaño no durará siempre. 

Tarea 3: adaptarse a la nueva vida sin el fallecido.

Tres son los tipos de adaptaciones que han de realizar las personas en duelo:

  • Adaptaciones externas: tras el fallecimiento, uno se da verdaderamente cuenta de todos los roles que desempeñaba esa persona. Y tras el suceso, las personas cercanas a menudo han de aprender nuevas cosas o adaptarse a nuevas rutinas sin la ayuda de esa persona que ya no está. Pedir ayuda no es malo si uno no puede o no sabe.
  • Adaptaciones internas: el fallecimiento también produce cambios sobre la visión que uno tiene de sí mismo. En muchos casos, perder a alguien muy cercano significa reconsiderar lo que uno es, y la parte propia que existía con el fallecido y ahora se encuentra aislada. Muchas personas pueden verse diferentes, cambiar su identidad: verse incapaces, empobrecidas, inseguras, etc. Habrá que trabajarlo.
  • Adaptaciones espirituales: cambios en el sentido de la vida y aspectos relacionados con la vida y la muerte. La persona entra en contacto con sus creencias y valores religiosos, espirituales, filosóficos, etc., y se abren nuevas reflexiones.

Estas adaptaciones a la nueva vida habrán de realizarse, pues la vida de la persona en duelo continúa, y debe convertirse de nuevo en una vida satisfactoria, que merezca la pena. Una nueva etapa.

Tarea 4: encontrar una conexión con el fallecido.

Es importante y necesario hallar formas de recordar a la persona fallecida, de tenerla en la propia vida o en un hueco en la mente, a la vez que se continúa viviendo y yendo por el mundo sin cadenas. Por mostrarte un ejemplo, a veces iniciar una nueva relación años después de haber fallecido el cónyuge, puede resultar imposible para muchos. Ello puede ser indicativo de que todavía la persona no ha sido capaz de adaptarse tras la pérdida. Como situación ideal, la persona debería ser capaz de disfrutar de forma satisfactoria de una nueva relación, pero teniendo siempre un hueco en su mente y en sus recuerdos para la persona que falleció. Ambas cosas son posibles.


PAUTAS GENERALES

Exponemos a continuación algunas pautas que pueden utilizarse para que las personas en duelo vayan avanzando más fácilmente en el proceso. Aunque, claro está, que no existe un remedio rápido y sencillo, mágico. Cada duelo es único y cada persona también. Pero, aunque generales, estas pautas tienen mucha lógica y son muy válidas:

Utilizar un lenguaje sano:

A menudo la persona en duelo no consigue hablar de las cosas tal y como son, costándole emplear un lenguaje claro y tajante sobre el tema. Un ejemplo puede ser hablar de la persona fallecida tipo “mi marido es..”, hablando en presente, como si todavía estuviera vivo. O por ejemplo, “mi marido se fue”, en vez de decir “mi marido falleció”. Puede parecer algo tonto, pues es muy habitual escuchar frases así. Pero no es nada tonto, pues el lenguaje muestra más de lo que creemos. Y a menudo detrás de estas formas de hablar existe una gran dificultad en describir lo que ha ocurrido, pues es algo tremendamente doloroso y así cuesta aceptarlo. Pero ello ha de trabajarse.  

Expresar los sentimientos:

Los sentimientos negativos han de salir. Muchos creen que dejar salir lo malo, o “desahogarse”, es un signo de debilidad, como si lo correcto fuera guardarse el problema para uno mismo y superarlo en solitario. Ah, y sin llorar ni pedir ayuda. Pues todo lo contrario. Los pensamientos y las emociones sobre el fallecido han de salir. Pero a menudo no es fácil. Por ello, puede hacerse de varias formas:

  • Hablando con personas de confianza acerca de lo ocurrido, al ritmo que uno quiera.
  • Haciendo un dibujo, carta, poema, o cualquier forma de arte que exprese el mundo interno, los sentimientos.
  • Acercarse al cementerio (o coger las cenizas) y dirigirle unas palabras bonitas. Incluso imaginarlo sentado en una silla o sofá, y decirle lo que se quedó pendiente, o lo que uno necesite soltar para aliviarse.

Esto al principio puede resultar incómodo, pero acaba suponiendo un gran alivio para la persona. Es muy importante que la persona vaya hablando cada vez más de lo que ocurrió y de la persona que ha fallecido. Y con el paso del tiempo, al final surgirán sentimientos más tolerables y hablar de la persona fallecida ya no generará tanto dolor.

Pedir ayuda:

Ya comentamos que adaptarse a una nueva vida, que lleva consigo cambios a todos los niveles, puede suponer un obstáculo que muchos no saben superar. No sólo debe realizarse una adaptación emocional, sino también a un nivel práctico (los papeles que cada uno desempeñaba, las tareas diarias, el sistema familiar y social, la economía, etc.).

En la mayoría de casos, se hace necesario pedir ayuda al entorno más cercano. Es importante no caer en el famoso “me sabe mal”, pues las personas cercanas serán las primeras en querer ayudar, pues nos quieren y desean hacerlo.

Tener una vida activa:

Ésta sería la pauta más importante. Aunque tras la pérdida puede disminuir considerablemente el interés por hacer cosas, justo ese momento es el que hay que aprovechar para continuar realizando actividades estimulantes y placenteras. Hay que continuar con aquellos hobbies y actividades que teníamos antes, e iniciar nuevos proyectos también si es posible. Hacer deporte siempre es importante, pues éste no sólo actúa sobre el cuerpo, sino también sobre la mente. Vivir nuevas experiencias, experimentar sentimientos agradables. No quedarse en la rutina.

Si es posible, debemos pedirle a alguien cercano de nuestra confianza, que se asegure de vigilar que hagamos esas actividades. Que nos obligue un poco a hacerlo en aquellos días que no nos apetezca. Como hemos dicho, la motivación propia no suele estar muy alta en estos casos. Y no olvidar, que la figura del psicólogo es muy importante si la persona no consigue avanzar en su duelo, y puede evitar que se convierta en un duelo mucho más complicado y duradero.

Para más ideas, puedes consultar mi otro artículo sobre cómo hacer un plan de actividades agradables.

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